
Se apagó la voz de aquel que pregonaba el amor. Y cual un lienzo oscuro ha caído el telón. No han vuelto sus pasos sobre la senda de la vida, y una guitarra en la noche desgarró sus cuerdas cual lágrimas infinitas. Se silenció la voz de aquel que llevaba alegría con sus florituras a las almas heridas. Y se detuvo la ovación. Las butacas quedaron vacías, ya no alumbra el cantor a las multitudes que atraía. Otras voces vendrán, otras melodías. Pero ninguna será como aquella voz que mantuvo por décadas mi alma encendida. INGRID ZETTERBERG Dedicado a mi amado Camilo Sesto De mi poemario "Joyas de mi alma" Derechos reservados Safe Creative Cta. 1006080193112