
Al fin puedo ver tu mirada dormida que me mata el alma. Al fin puedo acariciar tu piel, y besar la tibia concavidad de tus manos, donde me ofreces el agua preciada para mi sed. Y me invitas a entrar en tu mundo donde habita la calidez de tu ser. Tus pasos cual susurros en la alfombra se acercan. Todo huele a ti. Y me ofreces tus brazos para mi descanso. Tú y yo a solas en este batallar del amor y el deseo. Me envuelves en tu manta mientras en leve murmullo tu voz gastada por el viento de los años, al oído me canta: ¡Piensa en mí! INGRID ZETTERBERG Dedicado a mi amado Camilo Sesto Derechos reservados Safe Creative Cta. 1006080193112